Los Zaraguayos

Hoy vamos a hablar otra vez del Real Zaragoza de los años 70 con un grupo conocido por el de los “zaraguayos”, debido a la gran cantidad de jugadores paraguayos que pasaron por el conjunto maño. No sólo destacaron por la cantidad, sino también por la calidad. Hombres como Felipe Ocampos, Saturnino Arrúa o Carlos Diarte pusieron el listón muy alto en La Romareda.
los zaraguayos
De 1983 es el texto que hoy traigo, y en él el periodista Manuel Sarmiento rememora esta saga paraguaya que triunfó en el Real Zaragoza, al hilo de la presencia en el eje del ataque blanquillo de otro jugador paraguayo de gran calidad como fue Raúl Amarilla.
Desde los lejanos tiempos en que el Iberia y el Patria, ambos de Zaragoza, declinaron la responsabilidad deportiva de representar al fútbol de la capital de Aragón en el concierto nacional, el Real Zaragoza ha pasado por mil vicisitudes. No sólo luchar desde la Segunda División por alcanzar el paso a la División de Honor, cosa que hizo por primera vez en la temporada 1935-36 en compañía del Celta, sino pelear por mantenerse entre los mejores. Cosa, esta última, que tampoco logró, ya que sus descensos de categoría fueron varios, incluido el tenebroso paso por la Tercera División, categoría a la que descendió en la temporada 1946-47 para jugar dos años en la misma.
 
Sin embardo, desde su última estancia en Segunda (temporada 1977-78), el club aragonés, tras su retorno, se ha venido mostrando fuerte hasta la fecha en la división de los mejores. Fuerte y con aspiraciones en todo momento.
 
Hoy juega el Madrid en Zaragoza. Y es grato recordar la tendencia zaragocista a tener siempre arietes de altos vuelos. Uno, antes de la guerra, tras actuar en el Real Madrid y el Alavés, que fue Manolo Olivares, “el negro”, ya fallecido. Un gran jugador. Otro, por los años 60, como miembro importante de la delantera de “los magníficos”. Me refiero a Marcelino, ya en la historia del fútbol hispano para siempre por el cabezazo que batió a Yashin y que supuso para España la Copa de Europa de Naciones en Madrid en 1964.
 
Pero el motivo de esta comentario de hoy, referente al cuadro zaragocista, se debe a su tendencia a tener arietes, delanteros centros, de origen paraguayo. En Zaragoza son muy amigos de los apelativos, de los seudónimos. Y si antes de la guerra española “bautizaron” a su equipo como el de los “alifantes”, en atención a la corpulencia de su trío defensivo integrado por Lerín, Gómez y Alonso, no es menos cierto que en los años 60 fueron famosos los zaragozanos por el calificativo de “los magníficos”, aplicado a su línea delantera integrada por Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra.
 
Sin embargo, ya es anecdótico el hecho de que el Zaragoza haya tenido en los últimos años nada menos que a cuatro arietes o jugadores punta paraguayos. En realidad, uno de ellos es hoy gran figura del equipo del holandés Beenhakker. Nos referimos, por supuesto, al formidable goleador Amarilla, con un pie en la selección nacional, en la que puede actuar por su condición de oriundo que no ha vestido los colores de su país de origen. En esta caso, Paraguay.
 
Creo, sin embargo, que sería interesante citar a otros tres grandes jugadores paraguayos que dieron grandes tardes goleadora en el equipo de La Romareda, si bien uno de ellos, Arrúa, acabó por adaptarse al puesto de interior izquierdo, dando entrada a otro compatriota. Primero, con Felipe Ocampos. Luego, con Carlos Diarte, que actualmente juega en el Betis, de Sevilla.
 
Ocampos, nacido en Asunción, era un ariete todo furia y empuje. Llegó al Zaragoza procedente del Guaraní de Asunción. Dio un rendimiento muy óptimo y sus duelos con el madridista benito fueron realmente épicos.
 
Saturnino Arrúa nació en Ita, una pequeña población a treinta kilómetros de Asunción. Se forjó en los juveniles del Cerro Porteño, para dar el gran salto al primer equipo. Era interior, pero más bien ariete, un jugador en punta. En Zaragoza demostraría esta sensacional condición de goleador y se convirtió pronto en un ídolo para los aficionados de La Romareda.
 
Nos queda Amarilla, actual jugador de los blanquillos aragoneses. Futbolista de condiciones excelentes, buen rematador, con olfato de gol. En el Racing de Santander ya dejó ver sus grandes posibilidades, y ahora, en el Zaragoza, marcha en cabeza de la tabla de anotadores. Su facilidad para hacer gol le hace peligrosísimo, y en él tiene un verdadero talismán el club de la capital del Ebro.
 
Hubo una época brillante del fútbol del Real Zaragoza que se llegó a atribuir a los tres delanteros paraguayos. Tanto es así que en “El Tubo”, popular calle zaragozana, se llegó a bautizarles, siguiendo inveterada costumbre, con el nombre de los “zaraguayos”.
        
Hoy en Madrid sólo estará Amarilla. Diarte pertenece a otra disciplina. Concretamente a la del Betis, tras su paso por Valencia y Salamanca. Arrúa hace tiempo que dijo adiós, y mucho antes Ocampos se fue para casa. Pero los tres, Diarte, Arrúa y Ocampos, fueron de una efectividad grande. Amarilla, el cuarto “zaraguayo”, los ha heredado con un rendimiento que no puede discutirse. Vayan estas líneas para recuerdo del paso por el fútbol español de los bravos “zaraguayos”.

Un comentario

  1. andreahernandezgil · diciembre 5, 2015

    Muy buen artículo. Fueron muy buenos tiempos, me da mucha pena y rabia ver como estamos ahora.

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